Todos hemos escuchado hablar del teorema de Pitágoras. Es una verdad absoluta y la será siempre siempre, incluso así se haya muerto Pitágoras. Eso es lo que es un teorema, algo que se puede demostrar y no dejará de ser verdad. Pero… ¿Qué pasa cuando dices que algo es verdad pero no lo demuestras? Además, nadie te lo ha podido refutar hasta la fecha ¿Cómo se le llama? Pues se le dice conjetura.
Existen conjeturas famosas en el mundo, verdades que nadie las ha llegado a demostrar al 100%, por lo que se quedan ahí, estancadas hasta que alguien logre demostrarlas.
Y el amor, ¿el amor qué es? Si lo podríamos demostrar sería un teorema. Si le decimos a alguien que la amamos y nadie nos puede decir que no parece así, sería una conjetura. Pensemos…
Si llegamos a demostrar nuestro amor a una persona, ya no tendríamos la necesidad de volverlo a hacer, porque haga lo que haga será verdad siempre siempre. Vendría a ser el teorema del amor, de mi amor. Entonces ya no valdría la pena esforzarnos porque le diríamos a la otra persona “PERO SI YA TE LO DEMOSTRÉ! TE AMO, NO LO VES?”. Quien ha amado sabe que no es así, que se debe de renovar, no basta con “demostrarlo” una sola vez.
Pues el amor para mí es una conjetura, y no saben qué gusto me da que sea así. Porque hace que día a día, busquemos demostrarlo, por más que sepamos que no se pueda, pero sigamos ahí, tercos, intentando y dando lo mejor de nosotros para que la otra persona entienda que es de verdad, que nadie me lo refute.
Al ser una conjetura, podría venir alguien más y proponer una conjetura más certera tal y como pasó con la figura de Lord Kelvin, que se pensaba era la solución a su problema, hasta que años después llegó una mejor propuesta por Weaire y Phelan. Y así, el amor al ser conjetura, puede ser que llegue una mejor “estructura” para ti :).
Si lo llegáramos a demostrar sería un teorema… pero para qué? Habríamos mecanizado algo tan bello que escapa de nuestro mundo. Por eso, para mí, el amor es una conjetura y eso es lo que lo hace tan fascinante.
eiπ + 1 = 0